Capitulo 21
—¿Por qué me pediste salir hoy? ¿Hay algo que quieras decimme? -Patricia intentó ocultar el extraño mudo que sentia en el pecho y preguntó con la voz mas neatral que pudo
Ramón adn tenia el rostro enrojecido, y al escuchar su pregunta, se sonrojó un poco más.
Sacó un paqarte de su abrigo y se lo ofreció a Patricia Su voz, casi en un susurro, se hizo más suave al hablar.
Patricia, esto es para t
Al ver que le ofrecía un regalo, Patricia rápidamente intenté rechazarlo, empujando el paquete hacia, pero Ramón, como si ya hubiera anticipado su reacción, sacó lo que estaba dentro sin dudar.
Era uma butanda de lana blanca, y al observarla bien, Patricia noté que los puntos no eran perfectos y que no parecia ser comprada, lo que confirmó aún más la idea de que Ramón la había hecho a mano.
-No tengo macho dinero en este momento, no puedo regalarte algo caro. Esta bufanda la teji yo, es la primera vez que intento hacerlo, así que aún no soy muy habil. Espero que no te moleste.
Con esas palabras tan cargadas de intenciones y el rostro sonrojado de Ramón, cualquiera podria sentirse conmovido. Si alguien más estuviera alli, com ese lontan sincero, seria dificil rechar
Sin embargo, Patricia se quedó mirando la bufanda que le ofrecia, inmóvil por un buen rato. Findmente, como si de repente se hubiera dado cuenta de lo que había dicho, comenzó a mover las manos en señal de rechazo y, al mismo tiempo, se sonrojo–Lo siento, no puedo aceptarlo
-Una butanda hecha a mano. No creo que este sea un regalo apropiado solo por agradecimento.
Patricia intero dar una explicación, pero sus palabras sirvieron como una excusa perfecta para que Itamon se acercara
El, con una sonrisa timida pero decidida, dijo sin rodeos lo que tenia guardado en el corazón:
-Entonces, Patricia… ¿Me darias le oportunidad de ser tu novio?
Durante el ano y medio que habian pasado juntos, Ramón siempre habla sido muy atento con ella. Si Patricia dijera que nunca se habla sentido arraida por el, estaria mintiende.
Sin embargo, no esperaba que Ramón eligiera ese momento para contesar sus sentimientos.
La sorpresa la dejó sin palabras, completamente desprevenida.
Con el rostro completamente rojo de vergüenza, Patricia vio cómo Ramón se acercaba un paso más, su mirada llena de ternura, avanzando sin descanso, -Patricia, ¿puedo ayudarte a ponerme la bufanda?
Patricia, aún sonrajada, permaneció en silencio, pero permitió su acercamiento sin decir una palabra.
Al ver que su silencio era una forma de consentimiento, Ramón brillo de sorpresa, y su sonrisa se hizo más amplia.
Con mucho cuidado, Ramónomo la bufanda y se acercó para ponécsela, ajustándola perfectamente.
No estaba ni demasiado apretada ni demasiado finja, ni demasiado larga ni demasiado corta.
que Patricia se viera pálida
La cercania le permitió sentir el cálido aliento de Ramón sobre sualdo, lo que hizo que su rostro se pusiera aún más rojo. El blanco de la bufanda combinaba perfectamente con su tono de piel. Aunque la nieve y la bufanda eran blancas, no hizo De hecho, sus mejillas rojas, ya fuera por el frio o por la verglenza, le daban una apariencia más saludable, y sus ojos brillaban con vida. —Entonces, Patricia, me darías la oportunidad?
El subito cambio en su tono hizo que Patricia se pusiera aún más nerviosa. Abrió la boca, pero las palabras no saltan con claridad En cuanto dijo esto, se dio cuenta de lo conta que sonalia Justo cuando se sinti avergonzada, escucho la risa de Randis.
-¿Qué oportunidad?
Él, con una sonrisa suave, la miraba con termura, como si viera a una conejita asustada, temeroso de que sus palabras pudieran asustarla. Déjame repetirlo, Patricia. No me voy a esconder.
Te lo digo claramente. Me gustas. Me gustas mucho, muchisimo.
-Anyar ahora no tengo dinero, si conflas en mi y me das tempo, te prometo que to dare todo lo mejor que esta vida pueda ofrecerte
Al decir estas palabras, Ramón sintió como si se hubiera liberado de una pesada carga Respiro profundamente, y en su mirada habla una clara
determinación
Olservando a Patricia, ya sentia que el faito estaba al alcance de su maD.
Sin embargo, Patricia no se quedó en silencio esta vez. Azó la vista y, aunque Ramón era algo más joven que ella, aún le superaba en altura. Estaba a punto de decir algo cuando, de repente, sintió un dolor punzante en su cabeza,
Su rostro se descompuso, palideció de golpe, y sus labios comenzaron a temblar sin poder emitir palabra alguna,
Un segundo antes de perder el conocimiento, lo único que vio fuo a Ramón, desesperado, atrapandola antes de que cayera.